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Aprendizaje entre pares en la formación en bibliotecas

Traducción: JAVIER DOWDELL (2016)

(Meredith Farkas (2015): “Peer learning in library instruction”. Information wants to be free)

 

La enseñanza es una actividad muy solitaria. Sí, estás frente a un montón de alumnos y quizás un profesor, si estás ofreciendo un taller formativo, pero aun así sientes soledad. Intentamos hacerla más llevadera consultando a los profesores y realizando evaluaciones, pero rara vez obtenemos comentarios de la gente que realmente entiende lo que hacemos: nuestros compañeros de la biblioteca.

Pero hacer eso puede resultar terrorífico para algunos. La idea de mostrar tu planteamiento docente puede resultar intimidante. Muchos de nosotros asumimos que sea lo que sea que estén haciendo nuestros compañeros en el aula, casi con toda seguridad es diez veces mejor que lo que nosotros estamos haciendo. Puedo asegurar que probablemente es distinto de lo que tú haces, pero el miedo de enterarte de que son mucho mejores que tú es seguramente infundado. Es probable que hagas cosas que ellos desearían hacer. Después de descubrir esto, aprenderás más y mejorarás y, por ello, parece que merece la pena un poco de ansiedad.

Como antigua jefa de instrucción de dos instituciones, he guiado a compañeros en ejercicios de aprendizaje entre pares en sus prácticas formativas. Lo que he aprendido haciendo esto en dos instituciones muy diferentes es que no existe un planteamiento único; tienes que adaptar el planteamiento a las necesidades, ansiedades y a la cultura del grupo. Pero no tiene precio el valor y la importancia de ser capaz de hablar sobre lo bueno, lo malo y lo feo de enseñar con tus compañeros. No solo mejora tu propia práctica reflexiva, sino que crea una comunidad de práctica, lo que mejora la docencia de todos. Una marea alta levanta todos los barcos, ¿verdad?

En una institución hicimos observación entre pares de formación, seguida de reuniones individuales. Antes del comienzo del trimestre cada bibliotecario eligió dos compañeros a los que observaría impartir sus clases (nos aseguramos de que nadie tuviera que trabajar con un superior) y esas personas, por su parte, también los observarían. Así que todo el mundo observaba y era observado por dos personas. Dejábamos que el bibliotecario observado escogiera la clase con la que se sintiera más a gusto para ser observado; lo que creo que es una buena manera de reducir la ansiedad. Si pudiera volver atrás, dejaría que cada bibliotecario escogiese primero dos sesiones en las que estuviera cómodo y luego dejaría que la gente eligiera a sus compañeros de observación en base a la disponibilidad de horarios, ya que sé que al menos una persona no pudo asistir a la sesión “ideal”.

Cada pareja vigilaba la sesión de formación, tomaba notas y apuntaba las preguntas que tenía sobre el enfoque que el bibliotecario estaba adoptando. Esto era para la reunión individual que cada pareja tendría tras la sesión. La idea no era encontrar errores, sino entender mejor sus planteamientos e idear juntos mejores maneras de cumplir los objetivos formativos. Sin embargo, creo que todos pensamos que el hecho de observar a dos personas enseñar era en realidad mucho más esclarecedor que las conversaciones que tuvimos sobre la enseñanza (aunque también fueron útiles). Fuimos capaces de levantar el velo y ver otros planteamientos e incorporamos las ideas que sacamos a nuestra docencia posterior. Funcionó muy bien para todos nosotros.

Diré que los miembros del grupo con el que trabajé estaban muy a gusto haciendo esto entre ellos. Confiamos y contamos los unos con los otros, y creo que eso es lo que hizo posible nuestro éxito. El planteamiento puede necesitar algunos ajustes en una institución en la que los bibliotecarios estén más nerviosos por la docencia o en la que no confíen los unos en los otros lo suficiente. Puede que no haya reunión tras las sesiones de formación para debatir y reflexionar sobre ellas. Por el contrario, es posible que cada bibliotecario solo observe a otros dos bibliotecarios. Eso ya es lo suficientemente valioso. O puede que los compañeros no se sientan cómodos con otros bibliotecarios vigilando. Estas no son preocupaciones que se deban ignorar. Lleva tiempo crear un ambiente de confianza, así que si aún no existe, debes encontrar otros modos de construir una comunidad de práctica y una ética de aprendizaje entre pares que consiga que unas personas cuenten con las otras para su aprendizaje y mejora formativa. Merece la pena el esfuerzo.

Una manera de hacer esto sin observación entre pares es mediante la orientación entre compañeros, “un modelo formativo que examina las intenciones previas a la enseñanza y las reflexiones posteriores” (Vidmar, 2006). Hicimos esto varias veces en uno de mis lugares de trabajo y todos los participantes lo consideraron muy útil. Adoptamos el modelo promovido por nuestra maravillosa compañera de la Southern Oregon University, Dale Vidmar. Si estás interesado en mejorar tu enseñanza y práctica reflexiva, debes conocerle (o al menos leer su trabajo).

De modo que con esta orientación reflexiva entre compañeros, los bibliotecarios se emparejan antes de que comiencen las sesiones de formación individual que quieran analizar. En esa primera reunión, cada bibliotecario habla de la sesión y sus objetivos. También pueden debatir las preocupaciones y miedos que tengan, aunque no todo el mundo se sentirá cómodo con esto. El compañero puede formular preguntas para suscitar más reflexiones sobre los objetivos y el planteamiento, pero no están ahí para hacer sugerencias.

Las parejas en realidad no observan las sesiones de formación sobre las que han oído hablar. En su lugar, se reúnen con posterioridad para debatir cómo ha ido. Esta acción es lo que realmente crea un ambiente de práctica reflexiva. Tomarse el tiempo para pensar de verdad en qué salió bien, qué salió mal y cómo mejorar para la próxima vez es realmente valioso. Tener que explicarle esto a otra persona, que quizá esté formulando preguntas de sondeo con el objetivo de suscitar reflexiones (¿más profundas?) sobre la sesión, lleva a un mayor aprendizaje. Proporcioné a las parejas preguntas posibles (la mayoría las tomé prestadas del trabajo de Dale) que podían formular para obtener respuestas de su compañero, pero eran libres de llevar las conversaciones como quisieran, siempre y cuando no se centraran en hacer sugerencias al compañero (que es más difícil de evitar de lo que parece, ya que, de manera natural, queremos ayudar). En el modelo de Dale, hay una tercera persona involucrada, un observador que se asegura de que la pareja se centra en la reflexión y las preguntas y no en sugerir o aconsejar y tomar notas sobre cualquier comentario interesante de la reflexión personal. Teniendo en cuenta lo ocupados que estaban mis compañeros, no tuvimos observadores.

Otra manera de crear un ambiente de aprendizaje entre pares es a través sesiones de formación en talleres. En ellas, un único bibliotecario habla sobre una sesión que ha dado anteriormente o que va a dar pronto con los demás bibliotecarios de formación o comunidad de práctica. Puede que sea problemática por una razón u otra —no hay ordenadores para los estudiantes, clases muy grandes, un profesor que les pide que enseñen TODO, corto periodo de tiempo, etc.— o quizá solo sea una en la que el bibliotecario no se sintió satisfecho o le causó ansiedad. Así que vinieron a la comunidad de práctica para buscar respuestas. El resultado depende de los límites de tiempo. Puede ser desde unas sugerencias, hasta el rediseño colaborativo de toda la sesión en subgrupos para darle al bibliotecario una variedad de distintos planteamientos que considerar. En cualquier caso, se trata de mejorar la docencia en una única sesión. Aunque puede resultar intimidante, no requiere el mismo nivel de exposición que tendría lugar si hubiera compañeros observándote realmente dar clase. Probamos esto varias veces en nuestras reuniones mensuales en Portland State y funcionó bastante bien.

Dale Vidmar (2006) escribe que “dos elementos esenciales de una colaboración y una reflexión significativas son crear una relación de confianza y promover el pensamiento y la indagación”. ¿Pero qué pasa si no cuentas con una comunidad de práctica en  tu lugar de trabajo? ¿Qué pasa si no existe un ambiente de confianza y la dinámica de grupo es de tal manera que si se intentara crear uno se percibiría como un peligro? Bueno, puede crear su propia comunidad de práctica extraoficial con un único compañero. En ese caso, se trata principalmente de tener un compañero en quien pueda confiar para lanzar ideas. Esto no tiene precio. Incluso si eres parte de una comunidad de práctica, creo que tener un amigo o dos (o más) con el que te sientas lo suficientemente cómodo para compartir miedos y buscar ayuda con frecuencia es de vital importancia en el lugar de trabajo. En Portland State, tenía mi grupo, con el que hablaba constantemente de sesiones de formación y que hacía lo mismo conmigo. Cada vez que creaba una nueva guía siempre le echaban la primera ojeada antes de que la enviara para la lista de instrucciones. Aprendí mucho de ellos y siento que soy una mejor instructora gracias a las conversaciones informales que tuvimos. En PCC tuve la suerte en mi primera época de tener a un compañero maravilloso que me enseñó sus planteamientos docentes para ciertas clases (en las que yo también tendría que enseñar), me advirtió acerca de los profesores problemáticos y me orientó bien. Todos mis colegas son geniales y atentos, pero el apoyo de aquel en mi práctica de formación fue inestimable. Espero en el futuro resultarle de ayuda.

No tenemos que luchar solos. Ya tengas un solo compañero en el que confíes o un grupo grande con el que quedes a menudo, siempre puedes encontrar la manera de crear práctica reflexiva y aprendizaje entre pares en torno a la formación.

 

 

Obra citada

Vidmar, Dale J. 2006. Reflective peer coaching: Crafting collaborative self-assessment in teaching.
Research Strategies 20: 135-148.

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