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La justicia, tras un bibliotecario por difamación sobre un editor

Traducción: ANDREA GARRIDO BALDERO (2015) - Gestora del equipo de traducción: Paula Ortega Mediavilla.

(FRANÇOIS RENAVILLE, 2013: “Un bibliothécaire poursuivi en justice, pour diffamation par un éditeur“. Biblioth|ê|thique)

Septiembre de 2010. Dale Askey, bibliotecario de la Universidad de Kansas State, publica en su blog un artículo de opinión sobre el editor académico Edwin Mellen (El curioso caso de Edwin Mellen Press [en inglés], vía Web.archive). En resumen, consideraba que el bajo nivel de calidad de las publicaciones de este editor no justificaba en absoluto su elevado coste. Un lujo, un despilfarro, dada la situación financiera de muchas bibliotecas. Un artículo sin compasión, ni siquiera peligroso, incluso si Dale Askey lo concluye diciendo que dada la manera con la que Mellen Press cuida su reputación contra las críticas, sin duda sería mejor ponerse su traje contra el fuego (“Given how closely Mellen guards its reputation against all critics, perhaps I should just put on my flameproof suit now”). ¿Propuesta profética?

Junio de 2012. Sorpresa. Edwin Melles Press interpone dos acciones judiciales. La primera [en inglés] concierne a Dale Askley y a la Universidad McMaster (su actual empleado y su empleado durante el tiempo en el que el artículo todavía estaba disponible en el blog de Askley [responsabilidad de terceros]. La justicia todavía va tras ellos por difamación y se les exige la suma de 3,5 millones de dólares. La segunda acción solo concierne a Dale Askely: Herbert Richardson, el fundador de Mellen Press, le reclama más de 1 millón de dólares.

Si bien la Universidad de McMaster cerró la boca al principio, ahora ha publicado un  comunicado [en inglés]:

In its Statement on Academic Freedom, McMaster University affirms the right of the academic community to engage in full and unrestricted consideration of any opinion. Beyond this commitment to teach and learn unhindered by non-academic constraints, the University strongly supports the exercise of free speech as a critical social good.

For this reason, McMaster University has for more than eighteen months rejected all demands and considerable pressure from the Edwin Mellen Press to repudiate the professional opinions of university librarian Dale Askey, notwithstanding the fact that those opinions were published on his personal blog several months before he joined McMaster.

Because of our respect for individual freedom of speech, the University finds itself today a co-defendant with Mr. Askey in a legal action brought by the Edwin Mellen Press.

The University will continue to rigorously defend its commitment to academic freedom and freedom of speech as the case proceeds before the courts.

(En español: En esta Declaración de Libertad de cátedra [en inglés], la Universidad de McMaster declara el derecho de la comunidad académica a involucrarse al completo y sin restricción de ninguna opinión. Más allá de este compromiso de enseñar y aprender sin limitaciones no académicas, la universidad apoya el ejercicio de la libre expresión como un bien social muy importante. Por eso la Universidad de McMaster ha rechazado durante más de 18 meses todas las peticiones y la presión considerable por parte de Edwin Mellen Press para negar las opiniones profesionales del bibliotecario de la universidad Dale Askey. Todo ello fue a pesar de que estas opiniones se publicasen en su blog personal meses antes de que se uniese a McMaster. Debido a nuestro respeto por la libertad de expresión individual, la universidad hoy presenta un coacusado con Askey en un proceso legal iniciado por Edwin Mellen Press. La universidad seguirá defendiendo con fuerza su compromiso a la libertad de cátedra y a la libertad de expresión en este proceso legal.)

¡Tranquilizador! Varios universitarios y bibliotecarios se han manifestado y apoyan a Dale Askley y la libertad de expresión de la que él hizo uso legítimamente. Se ha lanzado una petición [en inglés] que exige que se deje de perseguir a Dale Askey y a la Universidad de McMaster. Respecto al ataque de Mellen Press, algunas palabras del comentario de Leslie Green [en inglés], profesor de filosofía del derecho en Oxford, resumen la situación y bastan para ver el lado malvado y perverso de la posición del editor: los bibliotecarios son unos expertos en este tipo de juicios; para eso les pagan las universidades. [...] A nadie le gustan las críticas negativas; pero la opinión de Mellen no es para rechazar esa valoración, ni comprometerse a mejorar su calidad o reconsiderar su modelo de negocio“.

Las cantidades que reclama Mellen Press puede que se ajusten a la norma del otro lado del Atlántico. Lo que sorprende especialmente es la integridad que muestra la editorial, que pretende ser una Editorial Académica, precisamente de cara a un bibliotecario que hacía su trabajo. Como subraya [en] John Dupuis, los bibliotecarios académicos tienen la libertad de cátedra de su lado para protegernos precisamente de este tipo de influencia indebida en el ejercicio de nuestra opinión mientras hacemos nuestro trabajo“. ¿Pero qué hubiera pasado si este bibliotecario no fuera académico?, ¿si no hubiera habido una universidad, su universidad, de por medio? Si nos tocara semejante una aventura a nosotros, bibliotecarios franceses, belgas, suizos… ¿Nuestras autoridades e instituciones nos hubieran apoyado de la misma manera? ¿Y si se tratara de un bibliotecario de una (modesta) biblioteca pública?

En un artículo [en inglés] del blog Academic Librarian, Wayne Bivens-Tatum destaca un caso similar con este mismo (!) editor hace años. En 1993, Mellen Press denunció ante los tribunales a Lingua Franca, la revista de carácter intelectual y literario del mundo universitario. Aquí se publicó un artículo en el que se podía leer que Mellen Press era una editorial casi de autopublicación, disfrazada de editorial universitaria (“a quasi-vanity press cunningly disguised as an academic publishing house”). El artículo es el siguente: St. John, Warren. 1993. “Vanity’s Fare: How One Tiny Press Made $2.5 Million Selling Opuscules to Your University Library”. Lingua Franca, September/October, p. 1ff. (“Vanity’s Fare: cómo una pequeña editorial ganó 2,5 millones de dólares vendiendo opúsculos a tu biblioteca universitaria”). En ese momento, Mellen Press perdió el juicio. En 2007, se publicó una obra en torno a este asunto: The Edwin Mellen Press Versus Lingua Franca: A Case Study in the Law of Libel. ¿El editor? ¡El mismo Edwin Mellen Press! ;-) Nunca estamos del todo satisfechos excepto si lo hacemos nosotros mismos…

Para terminar, señalemos simplemente que Mellen Press ha sido clasificado hace poco en la posición 34… de 34 en la encuesta ¿Cuáles son los mejores editores de libros sobre filosofía?… Sin comentarios.

[Gracias a @mdelhaye [en francés] por haberme “sugerido” la idea de este artículo y por haberme motivado a dar el paso tras varios meses de ausencia…]

Muchos científicos consideraban el nuevo proceso simplificado de revisión entre homólogos “todo un avance”

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