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Charlie Hebdo y las bibliotecas (bibliotecarios) según el código ético de los profesionales suizos de la información

Traducción: LUCÍA OTERO MARTÍNEZ (2015) - Gestora del equipo de traducción: Paula Ortega Mediavilla.

(Michel GORIN, 2015: “Charlie et les bibliothécaires, du point de vue du code d’éthique des professionnels suisses de l’information”. Biblioth|ê|thique)

En la lista de debate de profesionales suizos de la información y la documentación SWISS-LIB (disponible en https://lists.switch.ch/mailman/listinfo/swiss-lib [en inglés, francés, alemán e italiano]), un colega planteó una cuestión muy interesante acerca de si las bibliotecas contemplan la posibilidad de abonarse a Charlie Hebdo tras los trágicos acontecimientos de París.

Esta cuestión resulta interesante desde un punto de vista tanto personal (según la ética propia de cada individuo) como profesional y, por tanto, deontológico. Este aspecto tiene cabida en SWISS-LIB, pero también aquí; por tanto, lo desarrollaré brevemente basándome en el Código ético de Biblioteca Información Suiza/BIS (disponible en http://www.bis.ch/fileadmin/ressourcen/arbeitsgruppen/Code_ethique_f.pdf [en francés]).

¿Qué principios pueden guiarnos en una reflexión sobre la posible adquisición de Charlie Hebdo?

Por un lado, y de manera general, una convicción profunda («el intercambio de ideas y de información es fundamental en una sociedad democrática») y un seguimiento del Código Ético de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (preámbulo): los profesionales de la información pueden, por consiguiente, contribuir al necesario debate surgido a raíz de los atentados perpetrados en París contra el semanario Charlie Hebdo, entre otros.

También, y de manera más específica, el hecho de que estos profesionales «rechacen toda prohibición o restricción del acceso a la información y a las ideas […], seleccionen, adquieran, traten y difundan información libres de cualquier presión» (artículo 1). Por tanto, disfrutan de la legitimidad necesaria para abonar su biblioteca a esta publicación, aun —¿especialmente?— teniendo en cuenta la polémica que se ha extendido acerca de los límites de la libertad de expresión.

Por otro lado, dado que «ofrecen servicios que tienen por objetivo mejorar los conocimientos a nivel internacional de sus usuarios, así como su capacidad […] de evaluar […] y utilizar […] la información» (artículo 2), al suscribirse a Charlie Hebdo y estar dispuestos a responder a cualquier comentario —incluso los más ofensivos— de los usuarios sobre dicho semanario, le otorgan un juicio neutro y objetivo sobre la naturaleza de la información que publica. Todo ello sin olvidar que «prestan especial atención a la neutralidad y a la imparcialidad en sus colecciones […]» y que «buscan por tanto el mayor equilibrio posible a la hora de elaborar sus colecciones» (artículo 5). En este contexto, esto significa claramente que hay que ofrecer a los usuarios, como complemento a Charlie Hebdo, una documentación que les permita considerar los diferentes puntos de vista que se oponen en esta polémica con el fin de garantizar ese equilibrio, que resulta especialmente necesario en una situación como esta.

Por último, cabe añadir que los profesionales de la información «hacen una distinción entre sus convicciones personales y su deber como profesionales» (artículo 5). En este sentido, adquirir hoy en día Charlie Hebdo va más allá de una muestra de solidaridad y de apoyo personales a la libertad de expresión, sino que en el caso de una biblioteca se trata de posicionarse en calidad de actriz (en el sentido etimológico del término) en un importante debate de la sociedad y de contribuir a este último.

Concluiré recordando que el Código ético de BIS hace un llamamiento al buen sentido de los profesionales de la información, que «prestan especial atención a públicos específicos que necesitan una protección concreta» (artículo 2). Por tanto, pueden justificar completamente el hecho de no adquirir Charlie Hebdo si tienen la convicción de que la presencia de esta publicación en sus estanterías puede perjudicar gravemente a determinados usuarios. Esto resulta mucho más sencillo si disponen de una política de adquisición por escrito y clara sobre este aspecto («definen y publican su política de adquisición […] libres de cualquier presión»).

Gestora del equipo de traducción: Paula Ortega Mediavilla.

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