¡¡¡No se lo demos todo hecho!!!

Cada vez los estudiantes tienen que trabajar menos para obtener sus apuntes y eso no es bueno porque ¿acaso no conocéis el efecto generación?

El efecto generación fue descubierto por los psicólogos cognitivos de finales de la década de 1970, observándose por primera vez en una serie de estudios sobre vocabulario que sugerían que las personas recuerdan mejor las palabras cuando “las generan”, es decir, cuando las traen activamente a la mente, antes que cuando simplemente las leen en una página.

Por ejemplo, en un experimento dirigido por Norman Slamecka, psicólogo de la Universidad de Toronto, un grupo de voluntarios tuvo que usar tarjetas para memorizar palabras antónimas, como “caliente” y “frío”.

Pero no todos recibieron la misma clase de tarjetas. La mitad del grupo recibió tarjetas donde se escribía explíticamente las palabras antónimas, por ejemplo, CALIENTE:FRÍO mientras que la otra mitad usaron cartas que solo mostraban la primera letra de la segunda palabra, por ejemplo, CALIENTE:F.

El resultado al experimento fue inesperado, porque las personas que recordaron mejor las tarjetas no fueron los que las leyeron explícitamente, sino las que usaron tarjetas donde faltaban letras.

Tal y como lo explica Nicholas Carr en su reciente libro Atrapados:

Forzar simplemente sus mentes a llenar el espacio en blanco, a actuar en lugar de observar, condujo a una mayor retención de información. Ha quedado claro desde entonces que el efecto generación influye en la memoria y el aprendizaje en circunstancias muy diferentes. Algunos experimentos han demostrado el efecto en tareas que implican no solo recordar letras y palabras, sino también números, imágenes y sonidos, resolución de problemas matemáticos, respuestas a preguntas “del Trivial” y comprensión de textos leídos.

Todavía no sabemos qué es lo que ocurre exactamente para que se produzca el efecto generación. Pero parece que el resultado siempre es el mismo: si hacemos de ello el foco de nuestra atención y nuestro esfuerzo, nuestro cerebro nos recompensa con una mayor comprensión, recordamos más y aprendemos más.

La mayoría de nosotros sabe que la única manera de hacer bien algo es, efectivamente, haciéndolo. Resulta fácil obtener información rápidamente de la pantalla de un ordenador (o de un libro, sin ir más lejos). Pero el conocimiento genuino, especialmente del tipo que se aloja en la profundidad de nuestra memoria y se manifiesta en habilidades, es más esquivo. Requiere un esfuerzo vigoroso y prolongado con una tarea exigente.

Enseñar a pescar

davidrodriguez
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