Paradojas

El Kindle de Amazon

El Kindle de Amazon

Como muchos sabéis mi investigación principal consiste en hacer explícitas las denuncias provenientes del mundo del arte en lo concerniente al futuro humano y su relación con las nuevas tecnologías. En el artículo que cité en la primera entra de este blog está un ejemplo de ello. Es curioso cómo las circustancias propician algunos debates en los que me encuentro inmerso

 

Apenas unos días después de publicar una entrada sobre las bondades de los nuevos soportes de lectura, las nuevas formas de distribución y comercialización de libros, en definitiva, de la importante aportación que ha hecho la introducción de las nuevas tecnologías en el mundo editorial, llega una noticia que me vuelve a recordar la motivación de mi trabajo: las tecnologías ofrecen mucho pero, en ocasiones, también exigen pagar un precio.

 

Se publica hoy (en el diario El Pais, entre otros), que el gigante de distribución y venta de libros norteamericano Amazon puso a disposición de los compradores dos obras del fantástico Orwell, 1984, y Rebelión en la Granja, sin tener adquiridos los derechos de distribución de los mismos. Por ello, subsanan el fallo y ambas obras dejan de estar disponibles en la tienda virtual. Hasta ahí, todo correcto. El problema viene ahora. En el contrato que se acepta para el uso del dispositivo de lectura digital Kindle, incluye una cláusula que permite a Amazon retirar de su biblioteca virtual las obras previamente compradas por los usuarios, en caso de que exista algún problema de este tipo, siempre, claro, reembolsando el dinero. Amazon “entró” remotamente en los dispositivos de sus clientes y borró los archivos relacionados con ambas obras. Si me disculpan “es para mear y no echar gota”.

 

No deja de ser paradójico que haya tenido que ocurrir precisamente con Orwell. Que dos obras con un significado tan explícito hayan sido las primeras retiradas es “gracioso”. No es censura, por supuesto, no tendría sentido. Ha sido una cuestión de derechos de autor. Supuestamente, un proveedor usó la plataforma automática de Amazon para subir libros de los cuales no disponía de sus derechos de distribución.  Primer fallo, no disponer de una supervisión “humana” que no deje una cuestión tan importante en manos de la tecnología. Segundo fallo, alargar tu sombra y entrar por la puerta de atrás del kindle de tus usuarios y robarles dos libros que habían comprado legítimamente. Fallo épico.

 

En primer lugar, es dificil adivinar si las adquisiciones de e-books en Amazon son compras o más bien alquileres. En segundo, hay que pararse a analizar la legalidad, al menos en este país, de lo que ha hecho Amazon. Pero lo más importante, arrimando el ascua a mi sardina, se vuelve a demostrar que hay trampas intrínsecas al uso de la tecnología que debemos tener siempre presentes. Y por ello, es conveniente promocionar la educación en nuevas tecnologías, para crear usuarios conscientes, capaces de intervenir sobre ella, para que la próxima vez que una distribuidora de libros pretenda hacernos firmar para concederles el derecho de quitarnos lo que hemos adquirido legítimamente le digamos simple y llanamente: no. Porque la próxima vez puede que no sea una cuestión de derechos de autor de una obra distribuida hasta la saciedad. Y eso sí es peligroso.

 

Detrás de los hechos más simples puede estar la raíz de un problema mucho mayor.

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