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Blog de Ana Fraile
Facultad de Ciencias
 

Clausura: reflexiones agridulces

Pues hoy sería el penúltimo día de clase, pero en realidad considero que el último día de clase fue ayer, día en el que nos dieron el último empujón antes de ir a prácticas.

Este lunes estaba debatiéndome entre técnicas tradicionales-convencionales y técnicas modernas. Creo que de la educación clásica hay cosas positivas pero también negativas. Igual que con las técnicas que están más en boga. Sin embargo, no sólo a lo largo de las asignaturas, he estado apostando por innovaciones a la vez que me sentía mal porque pensaba que eliminando temario estaba eliminando cultura, que el uso de algunas cosas de forma reiterativa implicaba que no se educara. Había estado dividida entre muchos fuegos, porque considero necesarias aprender a derivar e integrar por ejemplo pero considero adecuado que quizás no es tan importante eso como que aprendan a hablar en público, a realizar papeleo, a trabajar en grupo. Todo ello debido a que mi educación ha sido clásica y considero que no me ha ido tan mal, aunque si reflexiono quizá sí me ha ido peor de lo que creía (miedo al fracaso, basar todo en competitividad, no saber trabajar en equipo, desplazar al centro el estudio y trabajo dejando de lado otras pasiones).

 

El lunes mientras desayunaba la realidad me abofeteó de la manera más dura posible. Y no lo explico, dejo el enlace por aquí a la par que aparece incrustado en la página.

 

Si un adolescente es capaz de informarse hasta tal punto (aunque considero que hay cosas que no son del todo correctas, o no están contextualizadas, obviamente hay  cosas que son susceptibles de cogerse con pinzas) me mata el hecho de que diga que respeta la profesión de los profesores pero que no lo están haciendo bien, que hay una necesidad de cambio porque la sociedad ha cambiado, que el fin último de la formación es que sean el día de mañana autosuficientes. No tiene sentido un modelo clásico cuando los alumnos reclaman otras cosas, y si ya los propios estudiantes están reclamando un cambio de forma fundamentada, si vemos que este sistema no mejora ¿por qué seguir con el mismo sistema? Creo que la respuesta es fácil de encontrar y yo misma puedo responder por qué una parte de mi lo está experimentando: miedo. Miedo al cambio y a lo desconocido. Miedo a no saber explicar y quedar como profesor como ignorantes. Miedo a enfrentarnos a algo para lo que no estamos preparados. Miedos a perder la autoridad que nos queda o lo más triste, miedo a estar cómodos. No me había dado cuenta de cuan cobarde era hasta que intenté rebatir algunas cosas y no era capaz de una manera fundamentada. Si que es cierto que no todo puede ser juego, las lecciones enteras no deben ser lúdicas; no todo va a consistir en ponérselo fácil a los alumnos para que pasen el trago educativo obligatorio. Eso no tendría sentido. Tampoco tiene sentido olvidar que la lengua, las matemáticas, la física y química, historia, etc. son parte de la cultura y que ayudan a la formación del individuo de diversas maneras, pero quizá no se están impartiendo la cantidad/profundidad de contenidos de la manera adecuada y por eso, a pesar de que cada vez los planes de formación piden más estándares y criterios de evaluación a cumplir, llegamos a la universidad sabiendo menos. No puedo comparar, porque por desgracia sólo he vivido un plan de estudios y no ha sido hasta ahora que me he dado cuenta que se podría haber hecho de otra manera que fuera igual de eficaz o más. Y la verdad es que ha sido una pena.

 

 

Todo este vídeo me ha llevado a plantearme mi identidad como profesora. Algo que nos recordaron al inicio del máster, o al menos de la parte específica, ya que esa identidad debe ser sólida y consistente, debemos trabajar por mejorarla igual que trabajar otra pila de cualidades y virtudes que tienen los buenos profesores. Aquí parafraseo a una compañera, Rosalía, y es que un buen profesor que es magnífico desde el primer momento es bueno y ya está, pero lo importante es que incluso el profesor malo llegue a ser bueno porque eso significa que avanza, que mejora y que trabaja; no tiene mucho misterio ser perfecto desde el principio y no esforzarse por mejorar. A pesar de ello, reconozco que da vértigo la sensación de enfrentarme a una clase sin saber cuál es mi papel, a parte del de profesor ¿Hay cierto tipo de personalidades no aptas para la docencia? ¿Se puede ganar la autoridad? ¿Si se pierde? ¿Y si nunca nos la tienen y se me va la clase de la mano? ¿Hasta donde puedo entablar confianza con los alumnos, dónde está el punto justo?

 

A parte de todas esas preguntas, que son un camino personal, me gustaría pensar que hay habilidades que se pueden trabajar como profesor, Y por ello el segundo vídeo que por desgracia no se pone donde debe, pero bueno:

Habilidades de maestros nivel dios.

Muchas de ellas las hemos visto en algunos profesores que han pasado por las aulas en las que nos sentábamos, otros durante el máster y, como bien dijeron mis compañeros, Alejandro del Mazo es un claro ejemplo de muchas de ellas (pero muchas, eh). Por ello voy a hacer un resumen, cogiendo parte de las ideas de Rosalía, nuevamente en especial en su entrada de Laboratorio en el Aula; también está disponible algo similar en la de Sergio, con la del profesor Showman.

Y es eso, algunas cualidades de profesores EXTRAORDINARIOS son:

  1. Ser un poco showman, como Walter Levin, el profesor de coro que baila, Matthew Weathers o cualquiera que use recursos para atraer la atención de una forma positiva sobre el aula. No se me iba a olvidar el que entra a lo John Cena.
  2. Son aquellos profesores que crean una obra de arte cada vez que escriben en la pizarra. No digo llegar al nivel del de anatomía artística, pero sí al punto de Alejandro.
  3. Profesores que te personalicen, que te hagan saber que no eres para ellos más que uno más que este año pasa y el que viene otro será. Esos profesores que intentan llegar a todos aún sabiendo que es imposible, pero que consiguen que imposible sea simplemente poco probable. La profesora que saluda como Black Panther o la que tiene un saludo personificado para cada alumno, Jerusa Willenburg.
  4. Aquellos que llevan los contenidos de estudio a una parcela menos árida, como los profes que rapean, o los que te explican bailando samba.
  5. Casi unidos a los anteriores, están aquellos que te permiten tener un respiro entre clases, o en la misma clase, y dejan que des un poco rienda suelta a tus pasiones, o te dan motivos para que cojas la que ellos te muestran: el baile ha salido en repetidas ocasiones, la música también y la lucha libre.
  6. Esos profesores que hacen que entiendas el concepto más difícil y abstracto posible porque, no se sabe cómo, lo explican genial y de una manera increíblemente sencilla. Una pequeña demostración que te lleve a un conflicto cognitivo y ¡bum! abajo tus estructuras mentales incorrectas. A partir de ahí cimientan en sólido.

 

Seguramente este post cumple todo lo antipedagógico posible: ni una foto, links a vídeos largos, todo letra, … Pero creo de verdad que era necesario y merecía la pena.

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