Un día más puedo agradecer haber aprendido algo nuevo, algo emocionante y de una manera práctica y sencilla…
Todavía recuerdo el día en que estando en laboratorio nos dijeron: “Según deis al agua, vigilad el medidor para aseguraros de que no es demasiado el flujo que sino puede llegar a rebosar y caer”. La primera pregunta fue cuál era el medidor, la segunda cómo funcionaba y la tercera cómo saber cuándo era demasiado. La respuesta fue que deberíamos saber cómo funcionaba dado que se medía gracias al efecto Venturi.
El dispositivo medía de una forma similar a la que lo hace este dispositivo entre los 2:54 y 4:07:
Nosotros debíamos medir la diferencia de alturas a distintos caudales, lo cual no parece complicado si no fuera por los problemas de la bomba y que era imposible dejarlo fijo (por lo que el tubo de Venturi parecía un gusanillo loco, la verdad).
De esa práctica recuerdo aprender qué era un caudalímetro de flotador, pero no mucho más (no me acuerdo de la ecuación).
Todas las sesudas explicaciones que encontré al respecto no calaron mucho en mí dado que hasta el día de ayer no conseguí hacerme una idea clara de cómo funcionaba el efecto Venturi (o quizá no atendía demasiado, no lo sé).
¿Cómo conseguí que mi aprendizaje fuera significativo?
Pues así (en realidad el vídeo era mucho mejor, pero el blog no soporta su peso).
Gracias al efecto Venturi, soplando entre dos latas próximas es posible que estas se junten en lugar de que se separen. Gracias al efecto Venturi, a una pelota de porexpan y un secador es posible que levite, no sólo en posición vertical, sino inclinando el chorro de aire.
La teoría nos dice que si tenemos un fluido circulando a cierta velocidad y se encuentra con un estrechamiento, aumenta la velocidad en ese tramo. De esa forma hay una caída de presión en ese tramo. Por eso en el vídeo de César A. Izquierdo, el aceite que mide se desplaza debido a la diferencia de presión entre los dos tramos. Debido al “ensanchamiento”, o la disminución de la velocidad del aire, la pelota es sostenida por la diferente presión, compensando así la fuerza del peso que la haría caer.
Para que esto suceda pude comprobar que es necesario una velocidad elevada del aire (no puedo dejar el secador en posición suspiro) y que tampoco puedo inclinar todo lo que quiera el chorro de aire porque llegado un momento, a pesar de ser una bola muy ligera, finalmente termina cayendo.
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