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Blog de Ana Fraile
Facultad de Ciencias
 

Primera lección: no es magia… ¡es ciencia!

Todos nos hemos preguntado muchas veces cómo es posible que los legendarios faquires de la India no se piquen al acostarse sobre esas camas formadas por clavos puntiagudos.

La propia definición de faquir es el de un asceta que lleva una vida austera y es capaz de realizar actos de mortificación como puede ser tumbarse sobre un lecho de puntas. Este concepto ha evolucionado a lo largo de los años dado que estas prácticas comenzaron a usarse en espectáculos circenses.

En cualquier caso, la gente consideraba que estaban dotados con cualidades sobrehumanas, una gran fuerza mental y resistencia física inigualable pero en realidad se puede explicar con unas nociones de física:

La presión es igual a la fuerza dividido entre la superficie en la que se aplica. Por esa razón, aplicando todo el peso sobre un clavo, al ser una superficie pequeñísima, te lastimas. Sin embargo, un faquir se tiende a lo largo, por tanto el peso se distribuye sobre una superficie mayor, por tanto la presión ejercida sobre la piel es mucho menor, de manera que a penas es molesto, y mucho menos doloroso.

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