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La economía del futuro

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Todos hemos oído hablar, en mayor o menor medida, de las criptomonedas. Se trata de divisas electrónicas que algunos han tachado como el nuevo “compro oro”. Algo que empieza a brotar como setas en época de lluvia pero que acaba perdiéndose por completo en la nada.

Sin duda, en los últimos años estas monedas virtuales se han convertido en un nido de especuladores que han hecho un auténtico negocio de las inversiones en Bitcoins, Ethers o Ripples entre otras (ahora mismo existen cientos de ellas). Tanta fama e interés suscitaron que se provocó una mini explosión tipo burbuja en diciembre de 2017 de la que muchos inversores salieron muy perjudicados. Muchos de ellos asumieron las pérdidas y abandonaron el “negocio”. Otros mantienen su inversión a fondo perdido con la esperanza de que algún día remonten y puedan recuperar su dinero. Probablemente nunca llegue ese día.

 

Las criptomonedas no son el futuro

Al menos a medio plazo. A largo nadie sabe que pasará. Y lo afirmo básicamente porque la manera en la que se utiliza el dinero es incompatible con el funcionamiento de las criptomonedas. Utilizamos el dinero básicamente para pagar bienes y servicios que tienen un precio relativamente constante. El Bitcoin es tan volátil que, lo que un día vale 10 otro día puede valer 1.000, lo que supone una inflación insostenible.

Además, nada respalda estas criptomonedas. Son descentralizadas, no tienen detrás un gobierno o un banco que proteja a los usuarios de la deflación o de la insolvencia. No es sostenible una economía sin estas garantías.

Por tanto, el Bitcoin y sucedáneos varios están condenados a vivir, hasta que desaparezcan, como una forma de inversión de alto riesgo, donde solo los que cuenten con información privilegiada y las grandes fortunas pueden ganar, puesto que son los que a golpe de talón pueden hacer variar el precio en cualquier momento.

El futuro del comercio pasa por el dinero electrónico, que no virtual, con un sistema de control tradicional, pero en el que se elimine el papel y el metal.

 

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