Puede que las actividades académicas en América Latina no se consideren de interés en los rankings que se hacen sobre el conocimiento, en inglés, por editoriales anglosajonas. Pero, desde luego, son actividades muy importantes, necesarias y provechosas. Guste o no, se valoren o no, tengo la certeza de que es correcto hacerlas. Además de estupendo.
Recientemente he tenido la suerte de participar, junto a casi 200 personas, entre docentes y rectores de Instituciones Educativas de la región de Antioquia y del resto de Colombia, en el II Encuentro de Educación Inclusiva, celebrado en Medellín, con la ponencia invitada “Factores socio-culturales favorecedores de la Educación Inclusiva: retos del siglo XXI en Iberoamérica” en la que pude compartir reflexiones sobre el por qué de la inclusión en la escuela, desde una perspectiva sociológica.
Este encuentro se enmarca en el trabajo que la Secretaría de Educación Departamental de Antioquia (SEEDUCA) de la Gobernación de Antioquia viene desarrollando desde hace tiempo, para la generalización de la inclusión de niños y niñas con discapacidad en el sistema escolar. Para ello, cuenta con el apoyo técnico de la Fundación Universidad Católica del Norte y su Servicio de Apoyo Pedagógico para la Inclusión, integrado por un excepcional equipo de profesionales que prestan apoyo a los docentes de las aulas más urbanas y equipadas, pero también en las más deficitarias y remotas de la región.
En el II Encuentro descubrí técnicos, gestores, docentes y responsables de centros de enseñanza motivados e inspirados por hacer de la inclusión educativa una realidad. En él se manifestó la necesidad de reivindicar el derecho a la educación a través de políticas públicas en las que prime el acompañamiento, trabajando en educación pensada a futuro y que apoye a la niñez con discapacidad de acuerdo con su etapa de desarrollo, con los recursos que sean necesarios.
Y entendí además, que allí queda mucha tarea pendiente, pero también desde allí hay mucho que mostrar al mundo. Porque no todo lo que es válido, replicable y modélico proviene de los centros del poder científico, ni es escrito en inglés, ni editado por editoriales anglosajonas. Guste o no, así es.
Por suerte.
