Campeones, de Javier Fresser: 11 nominaciones, 3 goyas.
Decía el diario La Vanguardia hace unos días, tras la entrega de premios Goya 2019, que “la Academia del Cine ha apostado por la diversidad, el humor y la ternura que desprende Campeones al otorgarle el premio más importante de la noche del cine español”. Y no seré yo quien venga a enmendar a La Vanguardia, libéreme la providencia, ni a aguar la fiesta a esos miles que han descubierto que las personas con discapacidad existen, pueden hacer cosas, incluso jugar al baloncesto, y a veces ¡hasta hacer películas! ¡Enhorabuena a los premiados! (que diría otro gran Fresser, Guillermo).
Tampoco me privaré, guárdeme la providencia, de hacer una reflexión al hilo del éxito de “Campeones”: la película muestra la importancia de los medios, el arte y cualquier otra representación cultural que llega a muchas personas, como palanca para la sensibilización social; pero estas manifestaciones son también un reflejo, un síntoma. Quiero decir que es cierto que la película tiene un impacto positivo en la sociedad, pero también es cierto que el guión estaba escrito desde hace muchos años y hasta ahora no había llegado el momento para filmarla y comercializarla.
Para que una sociedad cambie, se transforme, es muy importante el papel de las familias, las asociaciones, los medios de comunicación y las escuelas, pero no con palabras, sino con hechos. No es posible convencer a un niño de que las personas con discapacidad son dignas y respetables sólo porque lo diga la profe, o porque lo ponga en un libro. Necesita convivir con amigos, vecinos, y compañeros con discapacidad para experimentar lo que significa la discriminación. Igualmente es importante la presencia de personas con discapacidad en las pantallas (las series, el cine, los videojuegos…) porque también son una fuente muy importante de educación para quienes no conocen la existencia de las personas con discapacidad.
Ahora bien, que una película hecha por personas con discapacidad llegue a ser un éxito comercial mas allá de los circuitos de la propia discapacidad, sólo es posible cuando una sociedad está abierta a que ese cambio sea posible. Que campeones llegue a los Goya, no es sólo un vector de cambio (una causa) sino también una evidencia del cambio (una consecuencia).
Y eso sí que es para celebrarlo. ¡Enhorabuena a los premiados!
