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Universidad de Salamanca
Blog de Antonia Durán Ayago
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Archivo | junio, 2016

31 de julio de 2019

No es un día cualquiera este 31 de julio de 2019. Con él ponemos punto y final a un curso que ha sido muy intenso y muy fructífero. Y que me ha gustado especialmente. Lo comenzamos ya en agosto en Mendoza (Argentina), lo continuamos en septiembre en Lisboa, y en ambos presenté dos trabajos a los que tengo especial cariño, el primero sobre la libre circulación de personas y familias y el método de reconocimiento de situaciones y el segundo sobre la ley francesa del deber de vigilancia. Luego tuvimos el VII Encuentro de Clínicas Jurídicas en la Facultad de Derecho de la Universidad de Salamanca. Y las clases de Derecho Internacional Privado, y del Máster de la Abogacía y de Derecho Privado Patrimonial. Luego visitamos la Carlos III, Ibiza, Venecia y Brasil, y vinieron más clases y más actividades de la Clínica Jurídica de Acción Social, como la presentación con Nico Castellanos del documental El naufragio: 30 años de memoria sumergida en la Filmoteca de Castilla y León y más tarde la campaña Destapona la USAL que ya lleva 235 kg de tapones y tapas de plástico recogidos. Pero guardo un especial recuerdo para el 9 de julio, fecha en la que celebramos el Encuentro dirigido al PDI titulado Docencia de calidad con contenido social: experiencias de aprendizaje-servicio. Estoy segura que este hilo va a dar mucho de sí y es con el que me voy de vacaciones, para pensar bien cuál puede ser la mejor manera de desarrollar esta idea a nivel de Universidad, con todo el potencial de buenos docentes que tenemos y con todo lo que podemos hacer en nuestro entorno para contribuir a desarrollar el compromiso social en nuestros estudiantes. Pero han sido muchas cosas más. La gestión en la Unidad de Evaluación de la Calidad ha sido muy interesante. Estoy aprendiendo mucho, conociendo de primera mano la calidad del Personal de Administración y Servicios que tiene la Universidad. Muchas veces lo digo, el PAS es fundamental en toda la Universidad, y lo digo con conocimiento de causa, en la Unidad de Calidad, trabajan a conciencia.

Y bueno, a estas alturas, no me queda más que desearos un buen verano. Tendremos que recuperar fuerzas porque el curso que viene promete ser tanto o más intenso que éste. Iniciaremos la línea de Migrantes y Derechos en la Clínica, junto con mi querida compañera Nuria del Álamo, y la cosa promete. Y seguiremos con los trabajos que durante este curso hemos iniciado y, por supuesto, con muchas ganas de seguir aportando, siempre en la medida en que se pueda.

Ya saben, CARPE DIEM. Nos vemos en septiembre. Disfruten del descanso.

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No nos lo merecemos

Hoy el pesimismo se ha hecho un hueco entre apretones de uno y otro lado. Hoy debería, por contra, haber sido un día lleno de esperanza. Quienes han posibilitado el cambio de signo de este día son, sin duda, nuestros representantes políticos que, una vez más, han demostrado su altura. Son muchas ya las entradas de este blog que he dedicado a reflexionar sobre nuestra clase política. No sé si hoy esta entrada será una más, o la dedicaré, como otras muchas, a utilizarla como desahogo ante tanto desencanto. Porque desencanto es lo que siento por lo que ha pasado hoy.

El día 28 de abril muchos respiramos aliviados. Hoy no sé qué pensar. Cierto es que el número de diputados del PSOE exigía que desde el minuto uno se pusiera a negociar con su más afín que todo parecía indicar que era Unidas Podemos. Pero al menos por lo que ha trascendido, ni hubo tal prisa, ni pareció ese el objetivo prioritario del PSOE. Mientras, miraba de reojo a Ciudadanos y apelaba a la necesidad de abstención del PP, y eso, a algunos, nos frustra. No digo yo que Unidas Podemos se lo haya puesto fácil. El nivel de desconfianza entre ambos partidos se ha manifestado con contundencia. Pero la cuestión es que se han llevado por delante muchas expectativas e ilusión de mucha gente que queríamos ver un gobierno de izquierdas sólido que se dedicara a tejer lo que durante bastantes años, demasiados, la derecha ha ido rompiendo. Necesitábamos nuevos consensos, reeditar pactos, recuperar derechos, consolidar otros, ponernos a la vanguardia del respeto a la diversidad. Todo ello teniendo en cuenta el contexto del otro lado. Derecha tripartita, aunada en lo reaccionario sin ningún escrúpulo para destruir lo bueno que tiene este país. Para ellos el poder está antes que nada.

Pero aquí estamos tres meses después, con una incertidumbre que nos aboca a seguir esperando lo que muchos pensábamos que era una posibilidad cierta. Pase lo que pase en estos dos meses, la izquierda en nuestro país debe hacérselo mirar. Poner por encima los intereses partidistas a los intereses generales, no parece que sea muy diferente de lo que promueven los que están del otro lado.

Y entre el pesimismo de hoy, quiero dejar una rendija a la esperanza de que todavía sea posible no tener que ir a elecciones. Porque sí, evidentemente no se acaba el mundo por ello, pero para los que no somos estrategas políticos y nos interesa lo cotidiano, esto sería un estrepitoso fracaso colectivo.

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Docencia de calidad con compromiso social y el aprendizaje-servicio como medio

El paso por la Universidad puede suponer una experiencia transformadora en todos los sentidos. Estoy convencida de que en la mayoría de los casos esto es así. La Universidad forma en conocimientos, en habilidades, en competencias. Pero es verdad que quizás en muchos casos nos centramos fundamentalmente en transferir conocimientos y no tanto habilidades o competencias que bien orientadas pueden suponer un elemento transformador no sólo para el estudiante en sí, sino también para su entorno.

La misión de responsabilidad social de la Universidad es transversal a toda ella. Afecta a la docencia, a la investigación, a la gestión. El compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 implica una necesidad de acción que las Universidades no sólo pueden asumir, sino que están obligadas a ello, puesto que constituyen el espacio idóneo para aunar ideas y acción, lo que puede servir para avanzar en un desarrollo sostenible que no es ya no posibilidad, sino una necesidad inaplazable.

En este contexto, la forma de enseñar a nuestros estudiantes puede experimentar una singular mejora si logramos además de transferir conocimientos, sensibilizarlos acerca de la necesidad de comprometerse activamente con la sociedad. Y esta actitud de compromiso activo implica a todas las ramas de conocimiento, y en consecuencia a toda la docencia que impartimos.

El método de aprendizaje-servicio (ApS) es un método docente que de forma muy gráfica supone llevar la Universidad a la calle y traer la calle a la Universidad. Implica poner al estudiante en el centro de su proceso formativo, colocándolo en la posibilidad de aplicar sus conocimientos, los que ha ido adquiriendo a lo largo de su carrera, para ponerlos al servicio de una organización cuyo objetivo sea cubrir necesidades sociales. Las organizaciones del tercer sector son, por tanto, imprescindibles para este método. Docentes, estudiantes y organizaciones colaboran estrechamente en un proceso de aprendizaje para el estudiante, que se transforma en servicio para la comunidad. Se trata por tanto de aprender enseñando, o aportando valor a su formación, el valor del compromiso social. En este proceso todos ganan y lo mejor, se amplifican los resultados positivos que se consiguen por parte de cada uno de los colectivos que intervienen. Para el estudiante, porque supone un proceso de verdadero empoderamiento, ya que con esta intervención en realidades concretas comprueba que los conocimientos adquiridos pueden resultar transformadores bien aplicados; para las organizaciones sociales, porque encuentran un espacio en la Universidad que les puede resultar muy útil para visibilizar sus funciones, y para los profesores porque supone una experiencia tan gratificante, que implica una fórmula para poder reconocerse de forma nítida en su vocación docente.

En la Universidad de Salamanca tenemos ya una trayectoria dilatada en esta metodología. Sin embargo, hasta el momento los profesores que nos hemos implicado en ella no hemos tenido el acompañamiento institucional que consideramos que se requiere. El actual equipo de gobierno de nuestra Universidad ha apostado por profundizar en la función social de nuestra Universidad y por ello quiere impulsar el ApS. Estamos de enhorabuena. Porque si lo hacemos bien, si logramos coordinarnos para visibilizar todas las experiencias y para introducir en todos los Grados una formación orientada o dirigida a que los estudiantes pongan en práctica sus conocimientos con organizaciones de carácter social que lo necesitan, habremos contribuido a dotar de un mayor contenido a una de nuestras misiones, si no la más importante, contribuir desde la docencia a formar a buenos profesionales que además estén comprometidos socialmente.

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