Los malos pronósticos se cumplieron y al final los británicos han decidido dejar la Unión Europea. No es una buena noticia. En la actual situación de zozobra que vive la Unión, tras las politicas de austeridad impuestas y fracasadas y la falta de solidaridad en la gestión de la denominada crisis de los refugiados, el portazo del Reino Unido supone un duro golpe a sus cimientos. También, por contra, podría generar una reacción que regenerara el compromiso político de los ahora 27 Estados miembros, y se afianzara en una unión más allá de lo económico. Ya no tendrán la excusa del Reino Unido para parapetarse tras los infructuosos avances en este campo. Cierto que el Reino Unido se había convertido en una rémora que hacía difícil avanzar a la Unión. Pero habiendo optado por salir de esa Unión, a Europa sólo le queda ser firme y autoafirmarse como un espacio necesario y que, si se ponen los medios adecuados, puede resultar de nuevo sugerente.
Me preocupa mucho las reacciones xenófobas, racistas que están teniendo lugar en los últimos días en Reino Unido. De esto tienen mucha culpa muchos de los que han defendido el sí al Brexit, que se han encargado de soliviantar los ánimos dirigiendo su frustración e ira hacia los extranjeros con independencia de su origen. Es tan tremendo haber llegado hasta esto. Al final, por la cortedad de miras de unos pocos, incluido y principal responsable el presidente Cameron, van a pagar todos. Y cuando se den cuenta de que han elegido la peor opción ya será demasiado tarde.
Jurídicamente, la salida del Reino Unido de la Unión supone la deconstrucción para este país de todo un andamiaje jurídico que se ha ido construyendo a lo largo de los años para garantizar la libre circulación de personas, también de mercancías, capitales y servicios. No sé si habrán calibrado todo el coste que ello les va a suponer. De entrada, dejará en una situación complicada a todos los británicos que se encuentran en países de la Unión, puesto que los ciudadanos británicos dejarán de ser ciudadanos europeos. Quiero pensar que se firmará con Reino Unido un acuerdo parecido al que ahora existe con Suiza que permitirá equiparlos en derechos al resto de europeos. Y por contra protegerá también al resto de ciudadanos europeos que se encuentran en Reino Unido.
La salida del Reino Unido afectará a sus empresas, porque se dejarán de aplicar los Reglamentos europeos que regulan las cuestiones de Derecho internacional privado que facilitan el acceso a la tutela judicial efectiva. Habrá que ver si en materia de competencia judicial internacional y de reconocimiento de decisiones se decide a firmar el Convenio de Lugano de 2007, de cuyo antecesor fue parte. En todo lo que afecta a las cuestiones de Derecho de familia en que también se han elaborado Reglamentos, Reino Unido dejará también de ser parte, y no hay que perder de vista el amplio número de familias mixtas que necesitan una respuesta internacional.
En fin, que al Reino Unido se le plantea un camino árido que tendrá que hacer y a la Unión Europea un ejercicio de responsabilidad y saber estar que tampoco será fácil con el terrible déficit de legitimidad por el que atraviesa. Cruzemos los dedos para que esto no sea un desastre.
Archivo | 22 junio 2016
Ahora que el Brexit es una realidad
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