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Blog de Antonia Durán Ayago
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Archivo | 22 junio 2016

Y si…

Esta mañana conocíamos la noticia. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha paralizado lo que iba a ser un desalojo inminente de las 16 familias que habían ocupado un bloque de viviendas propiedad del SAREB, más conocido como banco malo, para más señas, sufragado con el dinero de todos los españoles en buena parte. Estas familias habían ocupado este bloque, que llevaba más de tres años vacío, para no dormir al raso. Algo que al parecer a este gobierno le trae al pairo. Eso ya lo sabemos, pero lo van a tener que escenificar con mayor claridad, pues el Tribunal ha dado un plazo al Gobierno español para que explique qué medidas van a adoptar para que estas familias no queden en la calle.

En Derecho, con mucha frecuencia suelen chocar derechos de distinta naturaleza. Podríamos pensar que en este caso choca, de un lado, el derecho a una vivienda digna que reconoce nuestra Constitución en el art. 47, y para cuyo disfrute los poderes públicos deben promover cuantas medidas sean oportunas para lograrlo y, de otro lado, el derecho a la propiedad privada. Pero se da la circuntancia de que el bloque es del SAREB, un organismo que en buena parte ha sido sufragado con dinero público, con  dinero de todos. El objetivo de este ente es librar de “activos tóxicos” a las entidades financieras, esto es, liberar la cartera de estas entidades de inmuebles cuyas hipotecas habían sido ejecutadas por falta de pago y previo desahucio de las familias que en ellos vivían. En vez de plantearse qué solución dar a estas familias, que se habían quedado sin casa, nuestro gobierno se preocupó más de que los bancos se vieran saneados. Optó claramente por un derecho frente a otro. Ahora viene el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, previamente ya había intervenido el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en relación con el tema de las clausulas abusivas de los contratos hipotecarios, y revierte la situación. Está antes garantizar el derecho que tiene toda persona a vivir bajo un techo, no digamos ya si se trata de niños, antes que otros intereses, por muy defendibles que estos sean.

Y yo me pregunto… Y si la justicia, interna o internacional, todavía tuviera poder para revertir tanta injusticia. Y si todavía pudiéramos esperar que las personas significaran más que los mercados. Y si la utopía pudiera rediseñar el sistema. Y si…

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