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Universidad de Salamanca
Blog de Antonia Durán Ayago
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Archivo | junio, 2016

Lo imprescindible, lo necesario, lo importante

Hoy nos hemos levantado con la sensación de que estamos cada vez más al límite y todos parecen convenir en que nuestra economía no resistirá. Se habla de intervención, de rescate; términos que hasta hace poco nos eran ajenos y que ahora se han convertido en inseparables.
La cuestión es que hemos tomado el camino equivocado, y esto ya se venía venir desde antes de mayo de 2010; desde mucho antes. Vivimos artificialmente en un mundo construido y dirigido por el dinero. Mientras que el ciclo económico soplaba a nuestro favor, todo iba bien. Cuando empezaron a caer los grandes bancos de Estados Unidos allá por 2007, estaba cantado que nos iba a terminar afectando. Estamos en una economía global; el problema es que no hay una gobernanza global de esa economía, ni parece que haya habido mucho interés en crearla. Ahora, nos encontramos en que poco a poco, país tras país, el escenario artificialmente construido sobre el euro, se va desmoronando, como un castillo de naipes.
Todos los pasos que se han dado han ido, a mi juicio, en la dirección equivocada. Todos orientados a castigar a los ciudadanos y hacer recaer en ellos el peso de la desverguenza compartida entre los especuladores y los gobernantes. Los especuladores por apostar a ganador siempre y los gobernantes por permitirles que lo hagan. Connivencia, no me nieguen, que ha habido.
Es este complicado escenario hay cuestiones que hay que afrontar de manera imprescindible. En primer lugar, que la UE se percate de lo equivocadas que están siendo sus políticas (sólo reducción del déficit) y apueste por un gran plan de crecimiento si su objetivo es salvar el euro. A nivel estatal, es imprescindible que los políticos den ejemplo y el gobierno lleve un ambicioso plan al Consejo de Ministros en que se reduzan o eliminen todos los privilegios (que tienen y muchos) los políticos de nuestro país, al tiempo que cambien su rumbo y pongan en marcha políticas de estímulo de la economía, lo que supondría paralizar la subida del IVA y dar macha atrás en la supresión de la paga extraordinaria de navidad a los funcionarios, entre otras cosas. Sin consumo no hay crecimiento, y es eso lo que necesitamos, no?
Lo necesario es que todas las instancias políticas (europeas, estatales, autonómicas, regionales, locales, etc) tomen conciencia de la gravedad de la situación y recluten a las mentes más preclaras de sus países, y dejen a un lado a tanto advenedizo que claramente no estaban capacitados para ostentar cargos de alto nivel y se pongan a trabajar por una salida política de esta crisis.
Lo importante es trasladar a los ciudadanos una sensación de confianza que ahora no tenemos en los políticos. Y para eso hay que tomar grandes medidas que graven las grandes fortunas y den un respiro a las clases medias y bajas.
Mientras esto no se haga, nos iremos sumergiendo más y más en este pozo.
Y aunque sólo fuera por decoro, me gustaría mucho que hubiera algún político que asumiera la responsabilidad de lo que se está haciendo. Porque llevar a un país al borde del precipicio, debería tener consecuencias, ¿no?

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El castillo de naipes

Construir un castillo de naipes es tarea difícil. Debe tenerse mucha paciencia y contar con pulso firme. Ser muy cuidadoso para encajar bien las cartas y tener imaginación para hacerlo diferente y llamativo. Construir la convivencia es parecido a la construcción de un castillo de naipes. Las reglas deben estar claras desde el principio para que la base pueda sustentar el cuerpo; y mientras más imaginativos seamos, mejor puede ser esa convivencia. Cuando las reglas empiezan a fallar; cuando alguien decide quitar una carta fundamental para que se sostenga el equilibrio, entonces todo el castillo peligra, toda la convivencia peligra.
Seguro que entienden bien el símil. Construir lo que hasta hace poco teníamos; con nuestros derechos laborales y sociales; con nuestro sistema de pensiones; con nuestra sanidad y nuestra educación…, había llevado tiempo. Mucha paciencia y buena mano habían hecho falta para ir logrando el equilibrio. De un tiempo a esta parte intromisiones de todo tipo están quitando naipes esenciales para que nuestro Estado social y democrático de Derecho se sostenga; y es sabido que básicamente en un castillo de naipes todas las cartas son esenciales y que quitar una supone poner en peligro la integridad del castillo. En esas estamos. Temo que con las envestidas que estamos recibiendo, el castillo terminará por caer. Para que ello no suceda no sé qué haría falta, porque pensar en que nuestros políticos van a recuperar el juicio es difícil, si nunca lo han tenido. El peligro es cierto y cada día se muestra con más evidencia.
Yo sigo reivindicando lo necesario que somos todos para que esta situación se reconduzca. Y habrá que manifestarse, claro, habrá que decirles lo que pensamos, pero entretanto quizás haya que hacer otras cosas, como dar más voz a aquellos profesionales que desde tiempo ha vienen reivindicando otra forma de hacer las cosas, más cercana al pueblo y más lejos de los mercados. Los medios de comunicación son esenciales, pero como parecen estar tomados también, son las redes sociales las que nos pueden ayudar a transmitir el pensamiento y las ideas. Yo, a modo de aperitivo, les dejo el enlace a un libro que recientemente han publicado Vinceç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón que se titula “Lo que España necesita”. No todo está perdido.

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El pueblo unido jamás será vencido

Sí, es un lema muy usado en las manifestaciones; esas, que tan frecuentes han sido en los últimos tiempos y que probablemente se convertirán en el pan nuestro de cada día a partir de ahora. Me gusta cómo suena y me gusta sobre todo su significado. Me gusta saber que nos consideramos pueblo, es decir, gente corriente, con sus necesidades cotidianas, con sus planes de futuro, con su realidad con nombre y apellidos. Me gusta el adjetivo “unido” porque es verdad que la unión hace la fuerza y somos muchos los que pensamos de la misma manera. Me gusta ese adverbio “jamás” porque detrás de él hay determinación. Y también me gusta ese rechazo a la resignación; esa necesidad de luchar juntos para no caer en el desencanto.
Soy de los que piensan que este entuerto en el que nos han metido los especuladores con la anuencia de los políticos, sólo puede corregirlo el pueblo. La democracia. La democracia real; esto es, el gobierno del pueblo, y no la partitocracia que es la que nos ha conducido adonde ahora estamos. Necesitamos pensar que esto que nos está abocando a un precipicio, es reconducible, porque somos muchos los que pensamos igual; los que tenemos sentido común, que ya lo decía en posts anteriores, resulta que de tanto repetir este lema, el Sr. Presidente ha perdido todo su sentido, común.
La sociedad española no es la que era hace unos años. Ahora es una sociedad culta; que no se va a dejar engañar. Todos estamos viendo quién mueve los hilos en esta historia, y está claro que no somos los ciudadanos. Este plan perfectamente orquestado por eso que llaman mercados con la anuencia de los partidos políticos, pretende llevarnos a una situación de extremo sufrimiento, para luego hacernos creer que son nuestros salvadores. Decía Huxley, en “Un mundo feliz” que cuando un individuo piensa, la sociedad se tambalea. Pues es hora de que se mueva, de que digamos lo que pensamos y de que nos redimamos de esta lacra que nos ha llevado hasta aquí. Me niego a creer que no hay ilustrados en España capaces de reconducir esta situación. A veces pienso que quizás sería bueno recurrir al rey filósofo y a semejanza de lo que han hecho los mercados en Italia, poniendo a un gestor al frente del país, sin elecciones que valgan, podríamos recurrir nosotros a proponer personas de reconocido prestigio al frente de esta deriva. Y conste que no estoy haciendo apología de nada más que de la democracia; del gobierno del pueblo, ya saben, esa que nos roban todos los días en las instituciones.

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No hay derecho

El Sr. Presidente del Gobierno ha llegado hoy como si tal cosa al Congreso de los Diputados; se ha subido a la tribuna y ha comenzado a desgranar una tras otra, a cual más dolorosa, una larga lista de medidas de “contención del déficit” o en más palabras más cercanas y más precisas, medidas de castigo a la población española. Mientras esto hacía, su gesto apenas se inmutaba; no demostraba ni una pizca de dolor ni de arrepentimiento, ni la más mínima empatía. Su grupo parecía que disfrutaba con él, pues a cada golpe de tijeretazo aplaudía como si se tratara de algo divertido. Daba pena ver este espectáculo; comprobar qué mentes tan clarividentes gestionan y mandan (que no gobiernan) este país. Enfrente la oposición ha quedado reducida como siempre con esta mayoría aplastante, a un papel secundario, con plazos de tiempo muy tasados en los que apenas han podido desglosar sus ideas.
Todo esto lo he ido viendo en los distintos informativos y en las crónicas de los periódicos, al igual que el resto de ciudadanos que hoy comentan, en todos lados, cómo es posible que se tengan tan pocas luces para hacer lo que están haciendo.
Dice el Sr. Rajoy que en estos momentos en España no es posible generar ni crecimiento ni empleo, y yo le digo que ni hoy ni en mucho tiempo con todas las medidas equivocadas que están poniendo en marcha. Todo hijo de vecino sabe, que si sube el IVA, en una situación como la que vivimos, el consumo se va a reducir aún más, y en consecuencia, se va a vender menos, lo que hará que muchas empresas vean cómo disminuyen sus ingresos y con la reforma laboral, no tengan ningún problema para despedir a sus empleados. Es así; de cajón. Entretanto, Europa sí tiene dinero para prestar a los bancos; esos que han especulado con el dinero de todos haciendo operaciones de dudosa legalidad y acordando sueldos millonarios para sus directivos. A esos, hay que premiarlos, y a la gente de la calle, al padre de familia, se le castiga subiéndole el IVA, si es funcionario quitándole la paga extra de Navidad o si está en el paro reduciéndole la prestación por desempleo. A esto no hay derecho. Y no lo hay porque otra forma de hacer las cosas es posible (muy interesante la entrevista que hoy Juan Ramón Lucas ha hecho al economista y politólogo Vinceç Navarro). No es verdad que “no nos quede otra”, como asegura el Sr. Rajoy. No le quedará otra a usted, pero muchas voces acreditadas dicen lo contrario.
Desde luego, hemos llegado a un punto en que es necesario que los ciudadanos retomemos nuestro papel; el papel que los políticos nos han quitado. Si los programas electorales se pueden incumplir con tanta facilidad, sin que haya ninguna consecuencia legalmente especificada para estos casos, es que algo se ha estado haciendo mal durante estos años de democracia. Aquí parece que se gobierna para la patronal y para el poder financiero, que son los únicos satisfechos con todo lo que está haciendo el Gobierno, pero claro, esto no puede seguir siendo así. Porque resulta muy extraño que si hay que subir los impuestos, no se les suba a los que más tienen, de eso no se habla, y sí se castigue el consumo que por otra parte es uno de los factores que nos podría ayudar a salir de esta crisis. Resulta más extraño que la patronal siga pidiendo un mayor abaratamiento del despido y el Gobierno no cesará hasta dar plena satisfacción a los empresarios. Y entretanto, ¿quién defiende a la mayoría? A esos a los que hoy el Gobierno ha vuelto a castigar; a esos que se han convertido en paganos de una crisis que no han generado. Viendo la actitud del Presidente y de su grupo parlamentario pudiera pensarse que están también en la línea de cuanto peor mejor. ¿Qué España tienen en la mente? A mí me gustaría saberlo, como al resto de ciudadanos. Porque quizás si lo dicen claro, tendríamos que repetir las elecciones para que el pueblo hablara y dijera si realmente quiere esto que nos están imponiendo u otra forma distinta gestionar la tormenta.

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Intentando poner orden

Vamos de sorpresa en sorpresa, y las que nos esperan…
La penúltima ayer, el Ministro de Hacienda, Sr. Montoro, en unos cursos en la Complutense, en un lenguaje muy coloquial, nada propio de su cargo, nos viene a decir que la tan negada subida del IVA finalmente va a ser una realidad en breve plazo. Pero hete aquí, que su argumentación para subir este impuesto, regresivo donde los haya, es que en España se defrauda mucho y se paga poco; por tanto, si se pagara más no habría que subir “tanto” el IVA. A mí me sorprende que un Sr. Ministro se despache de tal guisa y se quede tan tranquilo; no sólo eso, si no que además hacía estas declaraciones en un tono medio burlón. Será que no tengo sentido del humor, pero a mí no me hace ninguna gracia. No me hace gracia que se suba un impuesto que pagamos todos con independencia de nuestros ingresos, porque haya quien no cumple con sus obligaciones. ¿No sería más sensato, me pregunto, que se persiguiera el fraude que no implementar una subida que a todas luces va a contraer más el consumo? Y esta afirmación, se hace además fuera de sede parlamentaria, y sin datos. Ese “no sería necesario subir TANTO el IVA” qué significa; que se va a subir el tipo general, que los artículos que ahora tienen IVA reducido o superreducido van a pasar a tributar por el tipo general? Silencio; ahora estamos todos expectantes porque al parecer hasta mañana tenemos que jugar al juego de las conjeturas y el Gobierno a hacerse de rogar. Entretanto, quizás sería bueno también que nos explicaran en qué estaban pensando con la amnistía fiscal, pues no parece muy coherente que de un lado se diga que en España se defrauda mucho y por el otro se perdone a los defraudadores.
Mañana, ya lo sabemos, nos llegará otro revés y no será el último, porque el Consejo de Ministros del viernes promete ser de todo menos tranquilo. Y en estas nos vemos, con el Sr. De Guindos sosteniendo que en el préstamo que nos ha hecho Europa no va a haber contraprestaciones del Gobierno. No sé a qué llamará él contraprestaciones, pero parece que todo los recortes y ajustes que se prometen para esta semana tienen todo el viso de serlo.
Y en todo este entuerto, tenemos que felicitarnos de que la UE haya dado un plazo de un año más a España para cumplir el déficit pactado. Y yo me pregunto en qué mundo surrealista vivimos que tenemos que felicitarnos por algo que no tenía más remedio que ser.
Como creo que a muchos les pasará, a mí me gustaría poder ver el futuro y saber con certeza que de esta vamos a salir. Quiero creer que va a ser así; de lo que no estoy muy segura es cuánto más nos va a costar salir de una situación en la que los principales responsables campan a sus anchas.
Los que decíamos que el neoliberalismo no iba a conducir a nada bueno, no nos equivocábamos. Los que pedíamos más Derecho y menos Mercado, tampoco. El problema es que para reconducir la situación hace falta que esta idea sea compartida por las instancias europeas y nacionales, aunque mucho me temo, que volveremos a tropezar con la misma piedra.

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Conquistando la utopía

Hace ya mucho tiempo, cuando estaba en el colegio, en clase de religión nos leyeron un poema que se titulaba “El peso de un sí” que hoy me ha venido a la mente y que gracias a internet he podido rescatar. Dice así:

“Si una nota musical dijera:
una nota no hace melodía,
no existiría la sinfonía.
Si una gota de agua dijese:
una gota no hace un riachuelo,
no existiría el océano.
Si un hombre dijera:
yo solo no puedo cambiar el mundo,
no habría ningún acto de justicia
ni de paz en el mundo.
Como la sinfonía necesita de cada nota,
como el océano necesita de cada gota de agua,
como el libro necesita de cada palabra,
así la humanidad entera necesita de ti,
porque tú eres único e insustituible”.

Cuando lo escuché la primera vez me impactó y lo he repetido muchas veces cada vez que he tenido ocasión porque me parece que es una forma ideal para reivindicarse como persona y al tiempo apelar a lo necesario que somos todos para que la sociedad sea un espacio en el que podamos convivir dignamente.
Ahora hacen falta muchos síes para salir de tanta frustración. Hace falta reinventarse para aquellos que han perdido su trabajo y quizás también para los que no. Hace falta no perder la esperanza y confiar en que de esta situación vamos a salir. Es verdad que todo sería más fácil si hubiera claridad de ideas y determinación entre nuestros gobernantes, pero tampoco hay que pensar que estamos irreversiblemente en sus manos y que nada podemos hacer nosotros como personas, como seres humanos únicos e insustituibles para enfrentarnos a la realidad.
Va siendo hora de que nos remanguemos y nos pongamos a conquistar la utopía; que ahora es utopía pero que mañana será realidad. Y para ello lo que no podemos es caer en el desencanto, ni en la resignación, ni en el desapego.
Yo, que soy ingenua, me pregunto qué sucedería si toda esa gente que salió a la calle el lunes para celebrar el digno triunfo de nuestra selección, se manifestara para pedir una salida más social de esta crisis. Imagino que entonces la utopía estaría casi casi conquistada.

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